EL PROTOCOLO
DEL TRATAMIENTO PARA ENDOCARDITIS BACTERIANA.
Anteriormente
se le conocía como endocarditis bacteriana, pero se le cambio el nombre porque
no en todos los casos es producto de microorganismos gram positivos o gram
negativos; de hecho puede estar ocasionadas por hongos, clamidias, etc. La
endocarditis infecciosa (EI) es una infección que afecta al endotelio vascular
y al endocardio, principalmente en las válvulas cardiacas y en lesiones
preexistentes de cardiopatía reumática o cardiopatía congénita.
1.
Solamente
un número muy pequeño de casos de endocarditis infecciosa se pueden prevenir
mediante profilaxis con antibióticos para procedimientos dentales, aun cuando
el 100% de la terapia profiláctica fuese 100% efectiva.
2.
La
profilaxis de endocarditis infecciosa para procedimientos dentales debe ser
recomendada únicamente para pacientes con condiciones cardiacas subyacentes,
asociadas con el riesgo más alto de resultados adversos de endocarditis
infecciosa.
3.
Para
pacientes con estas condiciones cardiacas subyacentes la profilaxis es
recomendada para todos los procedimientos dentales que requieren de
manipulación del tejido gingival o de la región periapical de los dientes o
perforación de la mucosa oral.
4.
La
profilaxis no se recomienda en base únicamente a un riesgo permanente de
padecer endocarditis infecciosa.
5.
La
administración de antibióticos únicamente para prevenir endocarditis no es
recomendada para pacientes que se someterán a procedimientos de los tractos
genitourinario o gastrointestinal. Estos cambios están orientados a definir con
mayor claridad cuándo la profilaxis para la endocarditis infecciosa es o no es
recomendada y para proporcionar recomendaciones globales uniformes y
consistentes.
La
endocarditis infecciosa (EI) es una infección poco común pero que pone en
riesgo la vida. A pesar de los avances en el diagnóstico, terapia
antimicrobiana, técnicas quirúrgicas y manejo de complicaciones, los pacientes con
EI aún tienen altas tasas de morbilidad y mortalidad relacionadas con esta
condición.
·
Procedimientos
dentales, gastrointestinales (GI) o genitourinarios (GU).
Patogénesis de la endocarditis infecciosa
El
desarrollo de EI es el resultado neto de la compleja interacción entre el
patógeno en el torrente sanguíneo con las moléculas matriz y las plaquetas en
los sitios de daño celular endocárdico. Adicionalmente, muchas de las manifestaciones
clínicas de EI emanan de la respuesta inmune del huésped al microorganismo
infeccioso. La siguiente secuencia de eventos se considera que resulta en EI:
formación de endocarditis trombótica no bacteriana (ETNB) en la superficie de
la válvula cardiaca o en un lugar en donde el daño endotelial ocurre,
bacteremia, adherencia de las bacterias en el torrente sanguíneo a ETNB y
proliferación de las bacterias.
Formación del ETNB
El flujo
sanguíneo turbulento producido por ciertos tipos de enfermedad cardiaca
congénita o adquirida, tal como el flujo de una cámara de alta presión a una de
baja presión o a través de un orificio reducido en su luz, traumatiza el endotelio.
Esto crea una predisposición para el depósito de plaquetas y de fibrina en la
superficie del endotelio, lo que resulta en ETNB. La invasión de especies
microbianas al torrente sanguíneo, que tienen el potencial patogénico de colonizar
el sitio, pueden dar como resultado EI.
Procedimientos dentales causantes de bacteremia
Existen
pocos datos acerca del riesgo de o prevención de EI asociada con procedimientos
del tracto GI o GU. Se realizó un análisis crítico para recomendar la
profilaxis con antibióticos para EI antes de un procedimiento dental.
Se
consideraron los siguientes factores:
1.
Frecuencia, naturaleza, magnitud y duración de la bacteremia
asociada con un procedimiento dental.
La bacteremia transitoria es común con la manipulación de
los dientes y tejidos periodontales y hay una amplia variación en las
frecuencias reportadas de bacteremia en pacientes sometidos a procedimientos
dentales: extracción dental (10 a 100%), cirugía periodontal (36 a 88%); remoción
de placa dental y de cálculo periodontal (8 a 80%), limpieza dental (hasta 40%)
colocación de dique de goma/cuñas para procedimientos dentales (9 a 32%) y
procedimientos de endodoncia (hasta 20%).
La bacteremia transitoria también ocurre frecuentemente durante
las actividades de la vida diaria no relacionadas a un procedimiento dental,
tales como cepillarse los dientes o utilizar hilo dental (20 a 68%), uso de
palillos de madera (20 a 40%) utilización de dispositivos de irrigación de agua
(7 a 50%) y masticar los alimentos (7 a 51%).
Ha habido un foco desproporcionado en la frecuencia de bacteremia
asociada con procedimientos dentales más que con las especies de bacteria
recuperadas de los cultivos sanguíneos. Los estudios sugieren que más de 700 especies
de bacterias, incluyendo microorganismos aeróbicos y anaeróbicos Gram-positivos
y Gram-negativos, pueden ser identificados en la cavidad oral humana,
particularmente en los dientes y en los intersticios gingivales. Aproximadamente
30% de la flora de los intersticios gingivales son estreptococos,
predominantemente del grupo viridans. De más de 100 especies bacterianas orales
recuperadas de los cultivos sanguíneos después de procedimientos dentales, las
más prevalentes son los estreptococos viridans, es la causa microbiológica más
común de la EI valvular nativa adquirida en la comunidad en usuarios de drogas
no-intravenosas. En bocas sanas, una delgada superficie del epitelio de la
mucosa previene a bacterias potencialmente patogénicas de entrar en el torrente
sanguíneo y en el sistema linfático. Los microorganismos anaerobios son
comúnmente responsables de enfermedad periodontal y frecuentemente entran en el
torrente sanguíneo, pero raramente causan EI. Los estreptococos viridans son
antagonistas de los patógenos periodontales y predominan en bocas sanas y
saludables.
Existen pocos estudios publicados acerca de la magnitud de
bacteremia después de un procedimiento dental o de las actividades de la vida
diaria y la mayoría de los datos publicados utilizan metodología microbiológica
anticuada y a menudo no confiable.
No hay datos publicados que demuestren que una bacteremia de
gran magnitud, comparada con una de menor magnitud es la que más probablemente
cause EI en humanos.
La magnitud de la bacteremia resultante de un procedimiento
dental es relativamente baja (< 104 unidades formadoras de colonias de
bacterias por mililitro) similares a lo que resulta de las actividades de la
vida diaria y es menos de la que se utiliza para causar EI experimental en animales
(106 a 108 unidades formadoras de colonias de bacterias por mililitro). Aunque
la dosis infecciosa requerida para causar EI en humanos es desconocida, el
número de microorganismos presentes en la sangre después de un procedimiento
dental o asociado con las actividades de la vida diaria es bajo. Los casos de EI
causadas por una bacteria oral, probablemente resulten de la exposición a una
baja inoculación de bacterias en el torrente circulatorio que resultan de
actividades de la vida diaria y no de un procedimiento dental.
El rol de duración de la bacteremia en el riesgo de adquirir
EI es incierto. Intuitivamente, parece
lógico asumir que a mayor duración de la bacteremia, es mayor el riesgo de EI,
pero no hay estudios publicados que apoyen este supuesto.
2.
Impacto de la enfermedad dental, higiene oral y tipo de
procedimiento dental en la bacteremia
En pacientes con higiene oral deficiente, la frecuencia de
cultivos sanguíneos positivos inmediatamente antes de la extracción dental
puede ser similar a la frecuencia después de la extracción.
Una determinación precisa del riesgo relativo de bacteremia
que resulta de un procedimiento dental específico en pacientes con o sin
enfermedad dental probablemente no es posible.
No es claro
cuáles procedimientos dentales son más o menos probables de causar bacteremia
transitoria o resultar en una bacteremia de gran magnitud que la que resulta de
actividades de la vida diaria tales como masticar comida, cepillarse los
dientes o utilizar el hilo dental.
En
pacientes con condiciones cardiacas subyacentes, la terapia permanente con
antibióticos no se recomienda para prevenir la EI que podría resultar de
bacteremias asociadas con actividades de la vida diaria. En pacientes con
enfermedad dental, se enfoca acerca de la frecuencia de la bacteremia para la
prevención de EI y ha resultado en un sobreénfasis en la profilaxis con antibióticos
y en un subénfasis en mantener una buena higiene oral y acceder a cuidado
dental rutinario, los cuales son probablemente más importantes en reducir el
riesgo permanente de por vida de EI que la administración de antibióticos
profilácticos para un procedimiento dental.
Sin
embargo, no hay estudios observacionales o controlados que apoyen esta
afirmación.
3.
Impacto de la terapia con antibióticos en la bacteremia,
secundaria a un procedimiento dental
Algunos
estudios reportaron que los antibióticos administrados antes de un
procedimiento dental reducen la frecuencia, naturaleza y/o duración de la bacteremia,
mientras otros no. Estudios recientes sugieren que la terapia con amoxicilina
tiene un impacto estadísticamente significativo en reducir la incidencia, naturaleza
y duración de la bacteremia de procedimientos dentales, pero no elimina la
bacteremia.
Sin
embargo, no hay datos que muestren que tal reducción como resultado de la
terapia con amoxicilina reduce el riesgo de o previene la EI. Hall y
colaboradores reportaron que ni la penicilina V ni la terapia con amoxicilina fueron
efectivas en reducir la frecuencia de bacteremia comparada con sujetos del
grupo control sin tratamiento.
En
pacientes sometidos a extracción dental, la terapia con penicilina o
ampicilina, comparada con placebo, disminuyó el porcentaje de estreptococos
viridans y de anaerobios en cultivo, pero no hubo diferencia significativa en
el porcentaje de pacientes con cultivos positivos después de 10 minutos de la
extracción dental.
En un
estudio separado, Hall y colaboradores reportaron que los pacientes tratados
con cefaclor no tuvieron una reducción en la bacteremia posprocedimiento, comparado
con los sujetos control que no recibieron tratamiento. Dos estudios publicaron
resultados contradictorios, mostrando reducción de la bacteremia
posprocedimiento con eritromicina en uno, pero falta de eficacia para la
eritromicina o clindamicina en el otro.
Finalmente,
los resultados son contradictorios en relación a la eficacia del uso de
antisépticos tópicos en reducir la frecuencia de bacteremia asociada a
procedimientos dentales, pero la preponderancia de la evidencia sugiere que no
hay un beneficio claro. Un estudio reportó que los enjuagues bucales con
clorhexidine y con yodopovidona fueron efectivos, mientras otros no mostraron
beneficio estadísticamente significativo.
Los
enjuagues antisépticos tópicos no penetran más allá de 3 mm en la bolsa
periodontal y por tanto no alcanzan las áreas de tejido ulcerado en donde las
bacterias más a menudo acceden al torrente circulatorio. En base a estos datos,
es improbable que los antisépticos tópicos sean efectivos en reducir
significativamente la frecuencia, magnitud y duración de la bacteremia asociada
con un procedimiento dental.
Condiciones cardiacas asociadas con el más alto riesgo de
resultado adverso de endocarditis
Los avances en la terapia antimicrobiana, el
reconocimiento temprano y el manejo de complicaciones de EI, y la mejoría en la
tecnología quirúrgica han reducido la morbilidad y la mortalidad de EI.
Numerosos factores comórbidos, tales como vejez, diabetes mellitus, condiciones
inmunodeprimidas o terapia, y diálisis, pueden complicar la EI. Cada una de
estas comorbilidades independientemente incrementa el riesgo de resultados
adversos de EI, y a menudo ocurren de forma combinada, que en turno incrementan
mayormente la morbilidad y mortalidad. Adicionalmente, puede haber consecuencias
de largo plazo de EI, en el tiempo, la válvula cardiaca dañada por EI puede
desarrollar deterioro funcional progresivo, lo que resulta en la necesidad de su
reposición.
En EI nativa
secundaria a estreptococo viridans o a enterococos, el espectro de la
enfermedad puede variar de una infección relativamente benigna a una severa
disfunción valvular, dehiscencia, insuficiencia cardiaca congestiva, eventos
embólicos múltiples y muerte; sin embargo las condiciones subyacentes mostradas
en el cuadro III virtualmente siempre tienen un mayor riesgo de resultado adverso.
Múltiples
series y revisiones han reportado que la presencia de material prostético y de
enfermedad cardiaca cianótica compleja en pacientes de muy corta edad (recién
nacidos y niños menores de dos años de edad) son los dos factores asociados con
los peores pronósticos de EI.
Se recomienda
la profilaxis para procedimientos dentales para estos pacientes durante los
primeros 6 meses después del procedimiento. En estos pacientes, la endotelización
del material prostético o de los dispositivos ocurre dentro de 6 meses después
del procedimiento.
No se
recomienda la profilaxis para procedimientos dentales más de 6 meses después
del procedimiento, una vez que es evidente que no hay defecto residual de la
reparación. En la mayoría de los casos, el tratamiento de los pacientes quienes
tienen materiales prostéticos infectados requiere remoción quirúrgica además de
la terapia médica asociadas con altas tasas de morbilidad y de mortalidad.
¿Debe la profilaxis de EI ser recomendada para pacientes con el
más alto riesgo de adquisición de EI o para pacientes con el más alto riesgo de
resultado adverso de la EI?
En un
alejamiento mayor de las Guías anteriores de la AHA, el Comité no recomienda
más la profilaxis de EI basada únicamente en un riesgo de por vida incrementado
de adquisición de EI. Es notorio que los pacientes con las condiciones
enlistadas en el cuadro III con una válvula cardiaca prostética, aquéllos con
un episodio previo de EI están también entre los que tienen más alto riesgo de
por vida de adquirir endocarditis.
Si la
profilaxis es efectiva, dicha terapia deberá ser restringida a aquellos pacientes
con el riesgo más alto de un resultado adverso de EI y quienes tendrán el mayor
beneficio por la prevención de EI. En pacientes con condiciones cardiacas subyacentes
y asociadas con el riesgo mayor de resultado adverso de EI (Cuadro III) la
profilaxis de EI para procedimientos dentales puede ser razonable, a pesar de
que nosotros reconocemos que su efectividad es desconocida.
Finalmente,
la administración de antibióticos profilácticos no está libre de riesgos, promueve la emergencia de microorganismos
resistentes que muy probablemente causan endocarditis, tales como estreptococos
del grupo viridans y enterococos. La frecuencia de resistencia a multidrogas de
los estreptococos viridans y de los enterococos se ha incrementado
dramáticamente durante las pasadas dos décadas. Esta resistencia incrementada
ha reducido la eficacia y el número de antibióticos disponibles para el
tratamiento de EI.
Regímenes recomendados
·
Principios
generales
Un antibiótico para profilaxis se debe administrar en una dosis
única antes del procedimiento. Si la dosis del antibiótico inadvertidamente no
es administrada antes del procedimiento, entonces la dosis se puede administrar
hasta 2 horas después del procedimiento. Sin embargo, la administración de la
dosis después del procedimiento debe ser considerada solamente cuando el
paciente no recibió la dosis pre-procedimiento. Algunos pacientes quienes están
programados para un procedimiento invasivo pueden tener endocarditis
coincidental. La presencia de fiebre u otras manifestaciones de infección
sistémica deben alertar al proveedor de la posibilidad de EI. En estas circunstancias
es importante obtener cultivos de sangre y otras pruebas relevantes antes de la
administración de antibióticos para prevenir la EI. La falla para realizar esto
puede resultar en retraso en el diagnóstico o tratamiento de un caso concomitante
de EI.
Regímenes para procedimientos dentales
Las Guías anteriores de la AHA sobre la profilaxis listaban un
número sustancial de procedimientos dentales y de eventos para los cuales la
profilaxis con antibióticos era recomendada y aquellos procedimientos para los
cuales la profilaxis no era recomendada. Tomando como base una revisión crítica
de los datos publicados, es claro que la bacteremia transitoria por
estreptococo viridans, puede resultar de cualquier procedimiento dental que
involucra la manipulación de la región gingival o periapical de los dientes o
perforación de la mucosa oral. No se puede asumir que la manipulación de una
boca en apariencia sana o que un procedimiento invasivo dental mínimo reduce la
probabilidad de bacteremia. Por tanto, la profilaxis con antibióticos es
recomendada para pacientes con las condiciones enlistadas en el cuadro III,
quienes son sometidos a algún procedimiento dental que involucra los tejidos
gingivales o la región periapical de un diente y para aquellos procedimientos
que perforan la mucosa oral (Cuadro IV). Aunque la profilaxis de EI puede ser
razonable para estos pacientes, su efectividad es desconocida (Class IIB, LOE
C) esto incluye los procedimientos, tales como: biopsias, remoción de suturas y
colocación de bandas ortodónticas, pero no incluye las inyecciones rutinarias
de anestesia a través de tejido no infec-tado, tomar radiografías dentales,
colocar dispositivos ortodónticos o prostodónticos removibles, colocación de brackets
ortodónticos o ajuste de dispositivos ortodónticos.
Finalmente
hay otros eventos que no son procedimientos dentales y para los cuales la
profilaxis no es recomendada, tales como la remoción de los dientes de leche y
traumas a los labios y mucosa oral.
En esta
limitada población de pacientes, la terapia profiláctica antimicrobiana debe
ser dirigida contra el grupo del estreptococo viridans. Durante las pasadas dos
décadas, ha habido un incremento significativo en el porcentaje de cepas de
estreptococo viridans resistentes a los antibióticos recomendados en las Guías
previas de la AHA para la prevención de la EI. Prabhu y cols135 estudiaron los
patrones de susceptibilidad del grupo de estreptococo viridans recuperado de
pacientes con EI diagnosticada durante el periodo comprendido entre 1971 y 1986
y compararon estas susceptibilidades con aquéllas de los estreptococos viridans
de pacientes con EI diagnosticados de 1994 a 2002. En dicho estudio ninguno de
las cepas de los estreptococos viridans fueron resistentes a la penicilina en
el periodo inicial de tiempo, comparado con el 13% de cepas resistentes que
fueron de forma intermedia o completamente resistentes a la penicilina durante
el segundo periodo estudiado. En dicho estudio la resistencia a los macrólidos
se incrementó de 11 a 26% y la resistencia a la clindamicina de 0 a 4%.
Entre 352
cultivos de sangre en que se aislaron estreptococo viridans, las tasas de
resistencia fueron 13% para penicilina, 15% para amoxicilina, 17% para
ceftriaxona, 38% para eritromicina y 96% para cefalexina.136 El orden de rangos
del nivel decreciente de actividad de las cefalosporinas en aquel estudio fue
cefpodoxime igual a ceftriaxona, mayor que cefprozil e igual a cefuroxime y la cefalexina
fue la menos activa. En otros estudios, la resistencia de los estreptococos
viridans a la penicilina varió de 17 a 50%137-142 y la resistencia a
ceftriaxona varió de 22 a 42%.131-140 La ceftriaxona fue de 2 a 4 veces más
activa in vitro que la cefazolina.131-140 Similarmente las altas tasas de
resistencia fueron reportadas para los macrólidos, variando de 22 a 58%; y la
resistencia a la clindamicina varió de 13 a 27%.
La
mayoría de las cepas del estreptococo viridans en los estudios mencionados
anteriormente fueron recuperadas de pacientes con serias enfermedades
subyacentes, incluyendo enfermedades malignas y neutropenia febril.
Esos
pacientes están a un mayor riesgo de infección y colonización por organismos
resistentes a múltiples drogas, incluyendo los estreptococos del grupo
viridans.
Consecuentemente,
estas cepas pueden no ser representativas de los patrones de susceptibilidad de
los estreptococos viridans recuperados de individuos presumiblemente normales
quienes se sometieron a un procedimiento dental. Diekema y cols.137 reportaron
que 32% de las cepas de estreptococo viridans fueron resistentes a la
penicilina en pacientes sin cáncer. King y cols.144 reportaron resistencia a la
eritromicina en 41% de los estreptococos recuperados de cultivos de faringe en
individuos que de otra forma estaban sanos quienes presentaban infecciones leves
del tracto respiratorio. En dicho estudio, después del tratamiento ya fuera con
azitromicina o clindamicina, el porcentaje de estreptococos resistentes se
incrementó a 82% y 71% respectivamente. En consecuencia, las tasas de
resistencia de estreptococo viridans son similarmente altas en individuos que
están sanos y en pacientes con enfermedades subyacentes serias.
El
impacto de la resistencia del estreptococo viridans en la prevención con
antibióticos de la EI es desconocido.
Si la
resistencia in vitro es predictiva de la falta de eficacia clínica, las altas
tasas de resistencia del estreptococo viridans proporciona apoyo adicional para
la afirmación de que terapia profiláctica para un procedimiento dental es de
muy poco o ningún valor. Es impráctico recomendar la profilaxis con solamente
aquellos antibióticos, tales como la vancomicina o la fluoroquinolona que son
altamente activos in vitro en contra del estreptococo viridans. No hay
evidencia de que dicha terapia sea efectiva para la profilaxis de EI, y su uso podría
resultar en el desarrollo de resistencia de estreptococos viridans o de otros
microorganismos a estos y otros antibióticos.
El cuadro
V muestra que la amoxicilina es la elección preferida para la terapia oral porque
es bien absorbida en el tracto gastrointestinal y proporciona concentraciones séricas
altas y sostenidas. Para individuos que son alérgicos a la penicilina o
amoxicilinas, el uso de cefalexina o de otra cefalosporina oral de primera
generación, clindamicina, azitromicina o claritromicina es recomendado. Aun
cuando la cefalexina fue menos activa contra el estreptococo viridans que otras
cefalosporinas orales de primera generación en un estudio, la cefalexina es
incluida en el cuadro V. No hay datos que muestren la superioridad de una
cefalosporina oral sobre otra para la prevención de EI, y la cefalexina
genérica es ampliamente disponible y relativamente económica.
Debido a
las posibles reacciones cruzadas, una cefalosporina no debe ser administrada a pacientes
con antecedente de anafilaxis, angioedema o urticaria después del tratamiento
con alguna forma de penicilina, incluyendo ampicilina o amoxicilina. Los
pacientes quienes son incapaces de tolerar un antibiótico oral pueden ser tratados
con ampicilina, ceftriaxona, o cefazolina administrada intramuscular o
intravenosa. Para pacientes alérgicos a la ampicilina quienes no son capaces de
tolerar un agente oral, la terapia recomendada es cefazolina, ceftriaxona o
clindamicina
El cuadro
V muestra que la amoxicilina es la elección preferida para la terapia oral
porque es bien absorbida en el tracto gastrointestinal y proporciona
concentraciones séricas altas y sostenidas. Para individuos que son alérgicos a
la penicilina o amoxicilinas, el uso de cefalexina o de otra cefalosporina oral
de primera generación, clindamicina, azitromicina o claritromicina es recomendado.
Aun cuando la cefalexina fue menos activa contra el estreptococo viridans que
otras cefalosporinas orales de primera generación en un estudio, la cefalexina
es incluida en el cuadro V. No hay datos que muestren la superioridad de una
cefalosporina oral sobre otra para la prevención de EI, y la cefalexina
genérica es ampliamente disponible y relativamente económica.
Debido a
las posibles reacciones cruzadas, una cefalosporina no debe ser administrada a
pacientes con antecedente de anafilaxis, angioedema o urticaria después del
tratamiento con alguna forma de penicilina, incluyendo ampicilina o
amoxicilina. Los pacientes quienes son incapaces de tolerar un antibiótico oral
pueden ser tratados con ampicilina, ceftriaxona, o cefazolina administrada intramuscular
o intravenosa. Para pacientes alérgicos a la ampicilina quienes no son capaces
de tolerar un agente oral, la terapia recomendada es cefazolina,
ceftriaxona
o clindamicina.
Regímenes para los procedimientos del tracto respiratorio
Una
variedad de procedimientos del tracto respiratorio se han reportado que causan
bacteremia transitoria con una amplia variedad de microorganismos; sin embargo,
no hay datos publicados que concluyentemente demuestren un vínculo entre estos
procedimientos y la EI. La profilaxis con antibióticos con un régimen listado
en el cuadro V puede ser considerado (Clase IIB, LOE C) para pacientes con las
condiciones listadas en el cuadro III quienes se someten a un procedimiento
invasivo para el tracto respiratorio que involucra incisión o biopsia de la
mucosa respiratoria, como puede ser amigdalectomía y adenodectomía. No se
recomienda profilaxis con antibióticos para broncoscopia a menos que el
procedimiento involucre incisión de la mucosa del tracto respiratorio. Para los
pacientes listados en el cuadro III quienes fueron sometidos a un procedimiento
invasivo del tracto respiratorio para tratar una infección establecida, como es
el drenaje de un absceso o empiema, nosotros recomendamos que el régimen
antibiótico administrado a estos pacientes contenga un agente activo en contra
de los estreptococos viridans (Cuadro V). Si la infección es conocida o se
sospecha que es causada por el Staphylococcus aureus, el régimen debe contener
un agente activo contra el S. aureus, tales como penicilina antiestafilococo,
cefalosporina o vancomicina en pacientes incapaces de tolerar un β-lactámico.
La vancomicina debe ser administrada si la infección es conocida o se sospecha
que es causada por una cepa de S. aureus resistente a la meticilina.
Recomendaciones para procedimientos del tracto GI o GU.
Los
enterococos son parte de la flora normal del tracto GI. Estos microorganismos
pueden causar infección intraabdominal o infección del sistema hepatobiliar.
Dichas infecciones son a menudo polimicrobianas, con una mezcla de microorganismos
aeróbicos y anaeróbicos Gram-positivos y Gram-negativos, pero entre esta
variedad de bacterias, únicamente los enterococos son probables causantes de EI.
Los enterococos pueden causar infecciones del tracto urinario, particularmente
en varones ancianos con hipertrofia prostática y uropatía obstructiva o
prostatitis.
La
administración de antibióticos profilácticos únicamente para prevenir la
endocarditis no es recomendada para pacientes quienes son sometidos a
procedimientos del tracto GU o GI, incluyendo esofagogastroduodenoscopia o
colonoscopia diagnóstica (Clase III, LOE B). Esto es en contraste a las guías
previas de la AHA que listan los procedimientos del tracto GI o GU para los
cuales la profilaxis de EI fue recomendada y para aquéllos en los cuales la
profilaxis no era recomendada. Un gran número de procedimientos diagnósticos y
terapéuticos que involucran el tracto GI, hepatobiliar o GU pueden causar bac-teremia
enterocócica transitoria. La posible asociación entre los procedimientos del
tracto GU o GI y la EI no ha sido estudiada tan extensamente como la posible
asociación con los procedimientos dentales.
Los casos de EI temporalmente asociados con procedimientos del tracto GU
o GI son anecdóticos, ya sea con un caso único o con un número muy pequeño de
casos reportados. No hay datos publicados que demuestren un vínculo concluyente
entre los procedimientos del tracto GI o GU y el desarrollo de EI. Más aún, no existen
estudios que demuestren que la administración de profilaxis antimicrobiana
previene la EI en asociación con procedimientos realizados en el tracto GI o
GU.
Existe un
incremento dramático en la frecuencia de cepas de enterococos resistentes a los
antimicrobianos, como penicilinas, vancomicina o aminoglucósidos.
Estos
antibióticos fueron recomendados para la profilaxis de EI en las guías anteriores
de la AHA. La significancia de la creciente frecuencia de cepas
multirresistentes de enterococos en la prevención de EI en pacientes sometidos a
procedimientos del tracto GI o GU es desconocida.
La alta
prevalencia de cepas resistentes de enterococos añade mayor duda acerca de la
eficacia de la terapia profiláctica para los procedimientos del tracto GI o GU.
Los
pacientes con infecciones del tracto GI o GU pueden tener bacteremias
enterocócicas intermitentes o sostenidas.
Para los
pacientes con las condiciones listadas en el cuadro III quienes tienen una
infección establecida del tracto GI o GU o para aquéllos quienes reciben
terapia antibiótica para prevenir una infección de heridas o sepsis asociada
con un procedimiento del tracto GI o GU, puede ser razonable que el régimen
antibiótico incluya un agente activo en contra de los enterococos, tales como penicilina,
ampicilina, piperacilina o vancomicina (Clase IIB, LOE B); sin embargo, no hay
estudios publicados que demuestren que dicha terapia podría prevenir la EI
enterocócica.
Para pacientes
con las condiciones listadas en el cuadro III, programados para una cistoscopia
electiva u otra manipulación del tracto urinario quienes tienen una infección enterocócica
del tracto urinario o colonización, la terapia antibiótica para erradicar los enterococos
de la orina antes del procedimiento, puede ser razonable (Clase IIb, LOE B). Si
el procedimiento del tracto urinario no es electivo, puede ser razonable que el
régimen antimicrobiano empírico o específico administrado al paciente contenga
un agente activo contra los enterococos (Clase
IIb, LOE
B).
La
amoxicilina o la ampicilina es el agente preferido para la cobertura
enterocócica para estos pacientes. La vancomicina puede ser administrada a
pacientes incapaces de tolerar ampicilina. Si la infección es causada por una
cepa resistente de enterococos conocida o sospechosa, se recomienda consultar
con un experto en enfermedades infecciosas.
Recomendaciones para procedimientos en tejido infectado de la
piel, de la estructura de la piel o musculoesquelético
Estas
infecciones son a menudo polimicrobianas, pero solamente los estafilococos y los
estreptococos β-hemolíticos es probable que causen EI. Para los pacientes con las
condiciones listadas en el cuadro III, quienes se someterán a un procedimiento quirúrgico
que involucra te-jido infectado de la piel, de la estructura de la piel o
tejido musculoesquelético, es razonable que el régimen terapéutico administrado
para el tratamiento de la infección contenga un agente activo en contra del
estafilococo y del estreptococo β-hemolítico, tales como una penicilina antiestafilococos
o una cefalosporina (Cuadro V para dosis; Clase IIb, LOE C). La vancomicina o
la clindamicina pueden ser administradas a pacientes incapaces de tolerar un
β-lactámico o quienes son conocidos o se sospecha que tienen una infección
causada por una cepa de estafilococo resistente a la meticilina.
Un
resumen de los cambios mayores en estas recomendaciones actualizadas para la
prevención de EI, comparada con las recomendaciones anteriores de la AHA se presenta
en el cuadro VI.
Situaciones
específicas y circunstancias.
Pacientes quienes ya
están recibiendo Antibióticos.
Si un
paciente está ya recibiendo una terapia de antibióticos de largo plazo con un
antibiótico que es también recomendado para la profilaxis de EI para un
procedimiento dental, es prudente seleccionar un antibiótico de una clase diferente
en vez de incrementar la dosis del antibiótico que se está tomando. Por
ejemplo, los regímenes de antibióticos utilizados para prevenir la recurrencia
de fiebre reumática aguda son administrados en dosis menores que los
recomendados para la prevención de EI. Los individuos quienes toman una penicilina
oral para la prevención secundaria de la fiebre reumática o para otros
propósitos es probable que tengan estreptococos viridans en su cavidad oral que
son relativamente resistentes a la penicilina o a la amoxicilina. En estos
casos, el proveedor debe seleccionar ya sea clindamicina, azitromicina o claritromicina
para la profilaxis de EI para un procedimiento dental, pero solamente para
pacientes que se muestran en el cuadro III. Debido a que es posible la
resistencia cruzada de los estreptococos del grupo viridans con cefalosporinas,
esta clase de antibióticos debe ser evitada. Si es posible, es preferible
retrasar el procedimiento dental durante por lo menos 10 días después de completar
la terapia con antibióticos. Esto puede dar tiempo para que la flora oral se
restablezca.
Los
pacientes quienes reciben terapia antibiótica parenteral para la EI pueden
requerir procedimientos dentales durante la terapia antimicrobiana,
particularmente si la cirugía subsecuente de reemplazo de la válvula cardiaca es
anticipada. En esos casos la terapia antibiótica parenteral para EI debe
continuarse y el tiempo de la dosis ser ajustado para administrarse 30 a 60
minutos antes del procedimiento dental. Esta terapia antimicrobiana parentelar
es administrada en dosis tan altas que la elevada concentración sobrepasará
cualquier nivel bajo de resistencia desarrollado en la flora oral (a diferencia
de la concentración que puede ocurrir después de la administración oral).
Pacientes que reciben anticoagulantes
Las
inyecciones intramusculares para profilaxis de EI deben ser evitados en pacientes
quienes están recibiendo terapia con anticoagulantes (Clase I, LOE A) en estas
circunstancias, los regímenes administrados oralmente deben ser dados cuando
sea posible. Los antibióticos administrados por vía intravenosa deben ser
utilizados para pacientes quienes son incapaces de tolerar o absorber medicamentos
orales.
Pacientes que serán sometidos a cirugía cardiaca
Una
evaluación cuidadosa dental preoperatoria es recomendada de forma que el
tratamiento dental requerido sea completado cuando sea posible, antes de la
cirugía de válvula cardiaca o el reemplazo o reparación de CHD. Estas medidas pueden
disminuir la incidencia de endocarditis valvular prostética tardía causada por
estreptococos del grupo viridans.
Los
pacientes que serán sometidos a cirugía para la colocación de válvulas
cardiacas prostéticas o materiales prostéticos intravascualres o intracardiacos
están en riesgo de desarrollar una infección. Debido a que la morbilidad y la
mortalidad de las infecciones en estos pacientes es alta, se recomienda la
profilaxis perioperatoria con antibióticos (Clase I, LOE B). El inicio temprano
de endocarditis valvular prostética es más a menudo causado por S. aureus
estafilococos coagulasa-negativos o difteroides.
No hay
régimen antibiótico único efectivo en contra de todos estos microorganismos. La
profilaxis al momento de la cirugía cardiaca debe ser dirigida primariamente
contra los estafilococos y debe ser de corta duración. La cefalosporina de
primera generación se utiliza a menudo, pero la elección de un antibiótico debe
ser influido por los patrones de susceptibilidad de los antibióticos en cada hospital.
Por ejemplo, una alta prevalencia de infección de S. aureus resistente a la
meticilina debe promover la consideración para el uso de vancomicina para
profilaxis perioperatoria. La mayoría de los estafilococos nosocomiales coagulasa-negativos
son resistentes a la meticilina.
No
obstante, la profilaxis quirúrgica con una cefalosporina de primera generación
se recomienda para esos pacientes (Clase I, LOE A).107 En hospitales con una
alta prevalencia de cepas de S. epidermidis resistentes a la meticilina, la
profilaxis quirúrgica con vancomicina es razonable, pero no se ha demostrado
que sea superior a la profilaxis con una cefalosporina (Clase IIB, LOE C). La profilaxis
se debe iniciar inmediatamente antes del procedimiento operativo, repetido
durante procedimientos prolongados para mantener las concentraciones séricas intraoperatoriamente
y continuar por no más de 48 horas posoperatoriamente para minimizar la
emergencia de microorganismos resistentes (Clase IIA, LOE B).
Los
efectos del bypass cardiopulmonar y una función renal comprometida sobre las
concentraciones de antibiótico en suero deben ser considerados y las dosis se
deben ajustar necesariamente antes y durante el procedimiento.
Lineamientos de la AHA
para la prevención del EI.
Los principios
fundamentales que llevaron a la AHA para
desarrollar estos lineamientos son:
1.
La
EI es una enfermedad infrecuente pero que pone en riesgo la vida, por lo tanto
es preferible l prevención a terner qe tratar la infección establecida.
2.
Algunas
condiciones cardiacas predisponen la EI.
3.
Bacteremia
conorganismos que causan EI ocurre comúnmente en asociación con procedimientos
dentales, gastrointestinales (GI) y genitourinarios (GU) invasivos.
4.
Se
ha probado que la profilaxis antimicótica es efectiva en EI experimental en
animales.
5.
Se
piensa que la profilaxis antibiótica puede ser efectiva en humanos para
prevenir EI asociada a procedimientos dentales, GI y GU.
El comité
de la AHA piensa que los primeros cuatro puntos son válidos y que no han
cambiado en los últimos 30 años. Sin embargo, un gran número de publicaciones han
cuestionado la validez del quinto punto, sugiriendo la revisión de los
lineamientos, las principaldes razones son:
1.
Es
más probable que la EI resulte de la exposición
frecuente a las bacteremias asociadas a las actividades diarias, que las inducidas
por los procedimientos dentales, GU y GI.
2.
La
profilaxis antibiótica puede prevenir un número extremadamente pequeño de casos
de EI, en individuos bajo procedimiento dentales, GI y GU.
3.
Los
restos de efectos adversos asociados a los antibióticos sobrepasan el beneficio,
cuando existe, de la terapia antibiótica profiláctica.
La AHA
clasifico las condiciones cardiacas que representan alto riesgo para el
desarrollo de EI, especificando en cuales se recomienda profilaxis antibiótica,
únicamente los procedimientos dentales involucran:
1.
Manipulación
del tejido gingival.
2.
Manipulación
de la región periapical.
3.
Perforación
de la mucosa bucal.
Advirtiendo
que los siguientes procedimientos no requieren profilaxis antibiótica:
1.
Inyección
rutinaria de anestésico a través de tejidos no infectados.
2.
Toma
de radiografías.
3.
Colocación
de prótesis removible o aditamentos ortodóntocos.
4.
Ajustes
de aditamentos ortodóntocos.
5.
Colocación
de brackets ortodóntocos.
6.
Exfoliación
de dientes deciduos.
7.
Sangrado
por trauma den los labios o mucosa bucal.
En caso
que el paciente este bajo terapia antibiótica prolongada con algún medicamento
que es también de elección para la prevención de EI asociada a procedimientos
dentales, es preferible seleccionar un antibiótico distinto, en vez de
incrementar la dosis del fármaco que está tomado.
Bibliografia.
Espinosa-Meléndez M.T. “Farmacología y Terapéutica para Odontólogos. Fundamentos y Guía práctica” Ed. Médica Panamericana. México 2012
Prevencion de la Endocarditis Infecciosa. Guia de la American Heart Association. http://www.medigraphic.com/pdfs/adm/od-2007/od074d.pdf
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